Todo cambia cuando tenemos un hijo o una hija. Lo que éramos y lo que somos, ya no tiene que ver. Lo demás pasa a un segundo plano y allí llega una de las decisiones más importantes de todas, ponerle nombre a tu hijo y estar de acuerdo con tu pareja.
Ese nombre marca seguramente muchas cosas de esa criatura sin saberlo. Luego entra la moda de ponerle como tú actor preferido, el personaje de una serie, el jugador de fútbol al que admiras o incluso unas cuevas en la India. Con los nombres de algunos jugadores pasa algo muy parecido.
Algunos de los nombres de los mundiales son como poco rocambolescos y bien merecen una mención. Bastian Schweinsteiger abrió la lata y seguro debe haber sido nombrado de mil formas diferentes en las retransmisiones y todavía no sabemos como era. Ya escribirlo sin mirar parecería una quimera.
Schlotterbeck, se ha convertido por méritos propios en el nuevo Schweinsteiger. Podría perfectamente competir con su predecedor en cuanto a dificultad. Su falta de participación es una tranquilidad para todos los comentaristas.
Si hablamos de Djorkaeff hablamos de fútbol. En este mundial vuelve pero como nombre y no apellido. El jugador Djorkaeff Reasco ha participado en el mundial con ese magnífico nombre gracias a la administración de su padre como homenaje al talentoso jugador francés. Para hacer más random todo Reasco tiene de compañero a Romario Ibarra, de admiración va la cosa.
La coincidencia del portero y los cuatro defensas de Corea con el apellido Kim merecería otra capítulo a parte. Se dice que el 26% de la población de Corea se apellida así.
Y para colmo encontramos al más impronunciable de todos Simon Brady Ngapandouetnbu, el camerunés que juega en el Marsella es sin duda ninguna el más extraño jamás encontrado y pronunciado. Nombres impronunciables que hacen que los que elegimos nombres normales nos sintamos a veces hasta raros.