El Málaga CF sigue de capa caída. Tras la primera derrota de Pepe Mel en el banquillo, contra el Leganés en Butarque, los albicelestes siguen colistas una jornada más con la friolera de 6 puntos en 10 jornadas. Cifras preocupantes teniendo en cuenta que, de los últimos 35 partidos (entre la temporada pasada y la actual), solo han ganado en 5 jornadas. Para salir del pozo los boquerones deben ser capaces de sumar unos 44 puntos de los 96 (32 partidos) que quedan por disputarse. Es decir, para que el Málaga no descienda debe lograr casi el 50% de puntos de aquí a final de liga.
El conjunto blanquiazul debe cambiar drásticamente un factor para revertir esta situación: ganar en casa. Después de 16 partidos sin vencer en La Rosaleda, el Málaga ha igualado, junto al Osasuna de la temporada 2016/2017, la peor racha como local del siglo XXI en el fútbol profesional español. Los albicelestes están a cuatro partidos más sin ganar en casa de igualar al Sunderland, que estuvo 20 partidos sin ganar en 2017, como el peor equipo jugando de local de las cinco grandes ligas europeas.
Esta situación contrasta con la ilusión del malaguismo en los primeros compases del mercado estival. Después del anuncio del Ayuntamiento de Málaga de la inyección de 1,5 millones de euros en el club, y la llegada de fichajes como los de Rubén Castro o Álex Gallar, la afición malaguista manifestaba cierta ilusión en el nuevo proyecto de Manolo Gaspar y Pablo Guede. Sin embargo, desde las primeras jornadas el equipo evidencia la mala planificación y preparación física llevadas a cabo hasta ahora. Los 14 jugadores lesionados desde el inicio de temporada y la baja forma física del resto de integrantes de la plantilla están mermando a un conjunto que, ni con las energías renovadas de Mel, levanta el vuelo.