La Primera Guerra Mundial ha sido uno de los conflictos bélicos más sangrientos de la historia. Con un saldo de casi 10 millones de muertos, más de 20 millones de heridos y cerca de 8 millones de desaparecidos.
A pesar de esta atrocidad, el fútbol fue tan fuerte una vez más, que un día, en la víspera de Navidad, paró las bombas y la barbarie.
Cerca de la ciudad belga de Ypres los bandos ingleses y alemanes se preparaban para otro día de crueldad en el día de la Nochebuena de 1914. Algunos soldados alemanes empezaron a entonar el villancico de «Noche de Paz» sus rivales hicieron lo propio en su idioma.
Este es el inicio de una tregua esperada y ansiada por unos y otros. Los soldados que en los días siguientes se intentarán matar se intercambian cigarros y comida. De repente todo cambia, como si se tratase del patio de un colegio surge un balón y el balón conlleva un partido de fútbol inesperado.
El fútbol ya se sabe que fue algo que inventaron los ingleses pero en el que siempre gana Alemania y esta vez no fue una excepción. Los alemanes ganaron 2-1, pero quizás eso fue lo de menos. Al día siguiente por desgracia todo volvió a la normalidad, pero ese día, el día en el que el fútbol paró las bombas, los soldados pudieron cambiar el sonido de los misiles y los disparos por el maravilloso ruido de un pie golpeando un balón.
El conflicto aún continuaría tres años más después de aquel 24 de diciembre de 1914, pero al menos por un momento, el fútbol paró la guerra.